ENTREVISTA A VEGA CEREZO

Fue la encargada de cerrar la IV Semana Literaria, y tuvimos la oportunidad de charlar con ella algún tiempo después, sobre sus versos, sus motivaciones, su manera de entender la poesía.


DOCE LUNAS

VEGA CEREZO
YO SOY UN PAÍS


1)    ¿Se atreve a definirse? ¿Qué hay más en Vega Cerezo, es usted una sirena o un país?

          Supongo que ambas cosas. El mar ha sido y es muy importante en mi vida. Mis mejores recuerdos de infancia están atados a los veranos en La Torre de la Horadada, y luego, más mayor, me trasladé allí buscando una serenidad que no encontraba en Murcia. En Yo soy un país hay varios guiños (por así decirlo) a “mi sirena”.

2)    ¿Qué significado tiene para usted el color azul?

          Evidentemente es el mar. La luminosidad, la frescura, la sensación de “semi-ingravidez” cuando te sumerges en él, la calma y también la adrenalina cuando surfeo.

3)    ¿Cuándo y por qué supo que había elegido el verso para nombrar el mundo que le rodea?

          Siempre he sido una lectora apasionada. La poesía ha sido una debilidad desde el momento en que con quince años, leí a Benedetti. No he podido ni he querido dejar de disfrutarla a diario. Cuando quise contar la historia de La sirena dormida, fracasé en mis intentos de contarla a través de la narrativa. Un día me planteé contarla en poesía porque era una historia de sentimientos, sus protagonistas eran sentimientos, y el género que podía contarlos era la poesía.

4)    En Yo soy un país encontramos amor, desamor, nostalgia, ¿cuál es el tema principal de este poemario?

          No puedo concebir un poemario si no es porque tengo una historia que contar. La metáfora que atraviesa Yo soy un país es la idea de que somos energía, que llegamos al mundo ocupando un cuerpo, una “casa”. A unos les toca una casa con vistas al mar, a otros un ático, a otros una casa a pie de calle… Da igual, la “casa” va llenándose y vaciándose, caminando sin remedio hacia la ruina mientras nuestra luz, nuestra energía que llegó siendo algo pequeño y leve, se vuelve hermosa y grande. Ésa es la metáfora que atraviesa este poemario. Pese a ese sentimiento de fatalidad, es un poemario luminoso y positivo. Habla del enriquecimiento de nuestra luz en ese viaje. Me considero una persona vitalista.
 
5)    Con cierta frecuencia utiliza en sus poemas el verbo “raspar”, ¿qué le raspa a Vega Cerezo de la vida?

          Pues me “raspa” lo hermoso y también lo horrendo. Creo que con los años voy aumentando esa superficie del alma que queda “en carne viva”. Y tan contenta, la verdad. Me emociona ver a mi madre cocinando con setenta años cuando entro a la cocina de casa y la veo trasteando entre ollas y fogones como cuando yo era una niña. Me emociona que mi hijo Iván me diga, “te quiero”. Me emociona dejar a Rocío a la puerta de la Universidad su primer día de clase. Y de igual manera me “raspa” la injusticia, el dolor ajeno, la gratuidad de la violencia, el desamparo… Ambas fronteras me desordenan con la misma brutalidad.

6)    El libro se estructura en dos bloques, la costa y tierra adentro, ¿en cuál de los dos se mueve con más soltura?

          En ambos. ¡Es lo que tiene ser sirena¡ Yo soy un país me supuso cuatro años de trabajo, y en ese tiempo uno evoluciona (por así decirlo) tanto a nivel vital como a nivel creativo. Las temáticas tratadas se repiten en ambas partes pero el modo de profundizar en ellas es distinto, por eso hice esa división: para identificar “el tono” del poema. Es una división tremendamente personal y subjetiva –evidentemente-, pero era necesaria.
          Hay poemas que para mí tratan el amor con más “levedad” que otros, por ejemplo, y están en La costa y sus accidentes porque entendí que era la parte más “de piel”, más en contacto con “lo de fuera”. Seguramente habrá lectores que incluirían ese poema en la otra parte, en Tierra adentro, pero esa amplitud temporal en la creación necesitaba reflejarla en el poemario. No por mí -que también- sino por el lector, para ayudarle a viajar por Yo soy un país.

7)    Y ya que en el libro se habla también de países y fronteras, ¿alguna vez se ha sentido exiliada de la poesía?

          Es una pregunta complicada. Me siento una lectora apasionada. En ese sentido la poesía me da muchísimos momentos de plenitud. Jamás me podría sentir exiliada de la poesía. Lo más libre y bello que tiene la poesía, es la poesía. Como poeta, me siento orgullosa de llevar “la piel limpia”. El día que vendes “tu arte” a otros demonios, te marcas un centímetro de piel, y eso mancha más allá de centímetro marcado. Me siento orgullosa de dónde estoy y también, de dónde no. Son decisiones que en ambos casos he tomado yo, y eso me hace sentirme bien. Es algo que practico en todos los aspectos de mi vida, y no me ha ido mal. Duermo bien.


8)    También aparecen algunos textos en prosa, en los que se habla de una extraña ciudad. ¿Qué es ‘Ciudad Fragilidad’?

          Ciudad Fragilidad es la reinvención de la poética que hay en Yo soy un país, en prosa. Es la vuelta de tuerca, el juego, la golosa que pasa la noche en una pastelería… No podría comprender Yo soy un país sin Ciudad Fragilidad. Y espero/deseo que el lector tampoco. Es una tentación a la imaginación.

9)    ¿Qué ha cambiado en Vega Cerezo entre La sirena dormida Yo soy un país?

          Mucho. Afortunadamente, creo… La diferencia entre ambos trabajos está -historia al margen-, en el proceso creativo de uno y otro. La sirena dormidaencontró el verso, como la ola encuentra la orilla. Con una virulencia y una fluidez asombrosas. Era, y es, brillante y efervescente; eléctrica. Siempre estaré agradecida a esos versos que tienen algo de incorregible e imperfecto, que los hace únicos.  Yo soy un país es un trabajo mucho más pausado y reflexivo. Creo que estructuralmente presenta una evolución evidente. Esa voz poética que latía en La sirena dormida, sigue estando ahí, pero modulada por un proceso evolutivo vital, y también creativo. Actualmente me siento más cerca de Yo soy un país en la forma de escribir: tiendo hacia versos más largos y me decanto hacia la no obviedad en la poesía. Me escuece a los ojos.

10) A juzgar por sus versos, las personas que le rodean parecen tener gran importancia en su creación, ¿Es así?

          Son “mi país”. Un ecosistema que da sentido a mi animal.

11) Entre el mundo profesional de las editoriales y la poesía, ¿en cuál de los dos se encuentra más cómoda?

          Profesionalmente, en el editorial. Soy feliz en el trabajo que realizo. Tengo el mejor trabajo del mundo. Estudié Biblioteconomía y Documentación porque pensé que ir a trabajar todos los días a un lugar lleno de libros era como estar en un pequeño cielo en la Tierra. No trabajo en una biblioteca pero me paso el día rodeada de libros y en librerías. Me hace feliz. La poesía no la siento como algo profesional; es una debilidad, una pasión. Como decía Antonio Vega, es el sitio de mi recreo.

12) ¿Cómo convencería a un lector desconocido para que se acerque hasta sus versos?



          Con el poema. Lo único que sujeta al poeta, es el poema. Si el poema no electrifica, no desordena, no acaricia al alma, no hay nada más.


Antonio Parra Sanz