El Sur
Adelaida García Morales
Conforme pasa el tiempo voy cambiando mis hábitos
lectores. He pasado de simplemente leer, a anotar, comentar y meditar lo que
leo. Últimamente hasta me sirvo de palabras clave que anoto para regocijarme en
mis modestas reflexiones.

A lo largo de las cincuenta y dos páginas del relato apenas hay acción,
los personajes son pocos y el argumento es sencillo, pero, con la protagonista,
asistimos a unas reflexiones reales y profundas que son el sustento de esta
obra: la cómoda soledad, la imposibilidad de una comunicación fluida, la
creencia de que el sufrimiento siempre tiene un motivo, o de que el peor
sufrimiento es el que carece de un motivo determinado. Con esta última idea
expresada en la página 37, me viene a la cabeza una de esas palabras que no
aparecen en el texto pero que señalo como palabra clave: depresión, pues
sólo este estado de ánimo explica la torpe decisión final de Rafael.
Poco se sabe del padre de la protagonista, un hombre solitario,
melancólico y hondamente atribulado. Menos sabemos de su madre, desdichada,
despegada, y que apenas dice unas cuatro o cinco frases. Sólo asistimos a los
pensamientos y recuerdos de Adriana que, tras el fallecimiento de su padre,
intenta identificar a ciertos fantasmas del pasado que atormentaban a su
progenitor: un amor frustrado y un hijo que podría ser fruto del mismo.

Sonia Mª
Saavedra de Santiago
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